¡Qué emoción! ¡Comenzamos a preparar la tierra para sembrar y plantar! Tener una huerta en el colegio es genial. Además de aprender mucho acerca de las plantas, vamos a tener que organizarnos para compartir tareas – regar, quitar los yuyos, observar que todo esté en orden-, fomentar nuestra paciencia, responsabilizarnos por otros seres vivos y, cuando cosechemos, probar alimentos saludables que crecieron gracias a nuestro trabajo.
Unos días después…
Las remolachas, mizunas, tomates, lechugas, espinacas y perejiles que plantamos han crecido mucho. Ahora, sembramos lechugas y rabanitos. Parece que sólo en un mes ya podremos hacer ensaladas. ¿Será cierto?