En este mundo en permanente transformación, donde la única certeza es la incertidumbre, es difícil pensar en contenidos programáticos útiles para el presente y más aún para el futuro. Ya no nos sirven los planteamientos con los que fuimos educados en el siglo XX. Los niños y jóvenes actuales tienen otras necesidades, otros intereses, se relacionan de otras formas. No sabemos cuáles serán los trabajos que se llevarán a cabo de aquí a unos años, ni qué conocimientos nos harán falta para tener éxito en el mercado laboral. Pero hay algo de lo que sí estamos convencidos y es que debemos promover en nuestros alumnos habilidades para vivir en comunidad, en democracia, en solidaridad y con las competencias necesarias para ser efectivos en las esferas familiar, laboral y ciudadana.
En este marco, debemos planificar actividades con el objetivo de desarrollar su inteligencia emocional para que puedan ser conscientes de sus emociones y así regularlas. Promover con nuestras propuestas su autoestima, su capacidad negociadora, y su imaginación en todos los ámbitos. Estimular y acercar conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan actuar de forma creativa, oportuna y responsable frente a las demandas y características del mundo actual y futuro: complejo, incierto, diverso, global.
¿Por qué educación artística en las escuelas?
Los talleres artísticos (artes plásticas, música, teatro, danza, entre otras) brindan a los niños la posibilidad de expresarse de todas las formas posibles, a través de la infinidad de lenguajes que traen consigo. Como plantea el pedagogo Loris Malaguzzi, fundador de la pedagogía Reggio Emilia, “el niño tiene cien lenguajes, cien manos, cien pensamientos, cien maneras de jugar y de hablar, cien siempre cien maneras de escuchar, de maravillarse, de amar, cien alegrías para cantar y entender, cien mundos que descubrir, cien mundos que inventar y soñar”’
El trabajo con diferentes medios, materiales y soportes, el dominio de diversas técnicas, el avance progresivo de la exploración, el conocimiento de las potencialidades de los objetos y del propio cuerpo, el ejercicio de la libertad y el desarrollo de la imaginación, son aspectos que se desarrollan a partir de las experiencias vividas en los talleres de arte, lugar donde hay cien o tal vez mil formas de expresarse.
A partir de esas vivencias los niños pueden entender que hay muchas maneras de hacer las mismas cosas, y que todas o casi todas pueden ser válidas. Comprenden que las diferentes miradas enriquecen, que trabajar en equipo potencia las ideas y permite logar otras mejores. Y finalmente se encuentran con que es muy desafiante y estimulante descubrir problemas, encontrar soluciones, pensar con otros.
Autoestima y arte
En palabras de Elliot W. Eisner, profesor de Arte y Educación: “Las artes enseñan a los niños que los problemas reales suelen tener más de una solución posible, que es necesario analizar las tareas desde diferentes perspectivas, que la imaginación es una poderosa guía en los procesos de resolución o que no siempre existen reglas definidas cuando tienen que tomar decisiones”.
El espacio artístico es, además, el lugar propicio para desarrollar una autoestima equilibrada con dosis importantes de valoración positiva, posibilitando el ejercicio de confiar en sí mismos sin desconocer ciertamente las dificultades con las que trabajar para seguir creciendo. En muchas ocasiones algunos niños con experiencias académicas no muy exitosas, encuentran en los talleres de arte un lugar de protagonismo o de reconocimiento grupal que repercuten muy positivamente en la imagen deslucida que tienen de ellos mismos y consecuentemente sobre su deseo por aprender. Descubren en el taller de arte un lugar de disfrute, un espacio donde son capaces de experimentar emociones positivas, de encontrar cosas que les hacen bien, de entusiasmarse al desarrollar actividades con y para otros, de variar, cambiar, ser flexibles, un lugar donde conectarse con la felicidad.
Niños consumidores de arte
Es bien importante acercar a los niños al arte también desde el lugar de espectadores. El hacerles conocer e interactuar con obras de calidad les permitirá desarrollar su sensibilidad, ampliando el registro de experiencias sensoriales. Artes visuales, sonoras, literarias, cine, artes digitales, escénicas, arquitectura.
En este contacto directo, desarrollarán la percepción al observar, analizar, explorar e identificar las diferentes propuestas artísticas, entendiendo que hay distintas maneras de ver el mundo y de expresarlo. El contacto con variadas manifestaciones culturales les impregnará y estimulará a animarse a crear.
El arte es además una herramienta educativa
El arte puede transformarse en un camino, en una metodología que los docentes pueden utilizar como puente para acceder a cualquier contenido académico. A través de una pedagogía atractiva, que se corra de los lugares comunes, se promueve el extrañamiento, y con él, la curiosidad, la emoción, la atención y por ende el aprendizaje. El arte puede ser también una herramienta, una puerta para innovar, una puerta para aprender. Es, en definitiva, no solo una herramienta para adquirir conocimientos significativos y de calidad sino una metodología que permite desarrollar habilidades cognitivas y emocionales fundamentales en los procesos de desarrollo de los niños.