APEGO

Apego en el Jardín Maternal

En busca de nuevas figuras de apego

Desde el nacimiento, el ser humano está preparado para comenzar a crear lazos de unión con sus progenitores. El bebé, desde sus primeros días, comienza un proceso en el que se relaciona y comunica con los adultos que lo cuidan, generando un vínculo afectivo denominado «apego».

El apego se desarrolla de forma gradual, a través de las experiencias cotidianas más básicas, como la caricia, el contacto visual, el cambio del pañal o el escuchar la voz del adulto. Estas instancias de encuentro entre el bebé y el adulto se constituyen en pilares para el desarrollo socio-afectivo del niño.

Apego seguro

Este tipo de apego implica vínculos fuertes, basados en el afecto y la contención. El niño siente confianza en sus cuidadores y sabe que estarán disponibles cuando los necesite. De esta forma, el niño se siente protegido por sus progenitores y seguro para experimentar con el entorno. Antes de comenzar a conocer el medio, debe tener la seguridad de que alguien lo protege.Cuanto más sólida sea la relación con sus padres, más sólidas serán las relaciones que establezca con las nuevas personas que aparezcan a lo largo de su vida.

Jardín Maternal, el primer lugar “extranjero”

El momento de comenzar el jardín maternal implica un encuentro o reencuentro con el otro, con los otros, con lo desconocido. Genera expectativas, temores, dudas y ansiedades que enfrentan al niño a una crisis que es necesaria para su desarrollo. Debe separarse de su medio familiar para construir nuevos lazos afectivos y conquistar otros espacios. Esta situación le resulta novedosa y produce una importante movilización de afectos y un considerable esfuerzo psíquico, donde se pone en juego su capacidad para separarse de sus padres.

Aparecen aquí nuevas figuras de apego, los docentes, quienes acompañarán el proceso para establecer un vínculo cercano y sólido. La familia, igual que el niño, debe adaptarse a esta nueva situación que implica también un doble y simultáneo proceso de separación y acomodación. Intervienen en estas instancias las historias personales de cada uno de los padres, así como los modos vinculares que hayan establecido con su hijo, facilitando o no el tránsito por esta etapa.

A través del transcurso de la misma y utilizando las herramientas necesarias, el proceso se va tornando cada vez más seguro y el reflejo se ve en los niños que, con entusiasmo, comienzan a generar nuevos lazos y sentir confianza a la hora de vincularse con otros pares y adultos.

Apego y la Institución Educativa

Es esencial que la familia tenga confianza en el centro educativo que elige, y tenga la tranquilidad que es un proceso totalmente normal, esperable y que todos podrán desarrollar las habilidades necesarias para transitarlo.

Para la institución y para el maestro, que conoce la importancia de este periodo, la adaptación se transforma en un momento de gran responsabilidad, compromiso y alegría.  El maestro es quien sostiene a la familia y a los niños y niñas, siendo el mediador del pasaje de éste de su núcleo familiar al cultural y social. Debe así buscar estrategias que tengan en cuenta la individualidad de cada uno y de cada familia.

El apego, como vínculo construido al interactuar con sus padres, le da la matriz necesaria para enfrentar esta nueva forma de abrirse al mundo. Los vínculos afectivos positivos favorecen su proceso.

Algunos consejos para acompañar esta etapa

El comportamiento de cada niño o niña en este período es diferente. Puede no manifestar dificultades, tenerlas solo en el comienzo, o que se desarrollen tardíamente. La maestra irá modificando la estrategia de intervención según cada niña y niño.

Estas son algunas estrategias a tener en cuenta

  • El ingreso al maternal es un acontecimiento importante a nivel familiar, que despierta el interés de participar de varios integrantes (tíos, abuelos, hermanos). Es recomendable que el acompañante sea solo uno adulto para facilitar el momento de la separación.
  • Es fundamental cumplir con los horarios pautados por la maestra. Tratar de no llegar muy temprano, ni extender la ida. Es relevante tener en cuenta que es mejor que el niño se quede con ganas de jugar, así volverá entusiasmado.
  • Es muy importante la asiduidad en la asistencia para mantener los logros obtenidos. Espaciar la concurrencia repercute en la rutina del niño y consecuentemente en el proceso de adaptación.
  • Es preferible que el niño entre de la mano y no a upa. Esto favorece el encuentro con los otros y hace más fácil el desprendimiento, ya que colabora a sentirse parte de ese mundo donde puede empezar a descubrir a sus pares.
  • Es importante decirle al niño lo que va a pasar. El lenguaje es fundamental, así puede prever y anticipar los acontecimientos. Esto le dará seguridad, confianza y sustenta la ausencia. En este sentido, es fundamental estar atentos a que el lenguaje verbal que se utiliza, coincida con el lenguaje no verbal, para que el mensaje llegue al niño de manera clara.

Nuevos inicios

El proceso de generar nuevas figuras de apego es fundamental en el desarrollo cognitivo y emocional de niñas y niños. Es una etapa que genera crisis en el niño y también en las familias ante la apertura a un nuevo mundo y la separación de los padres. Es de vital importancia, para atravesarla, reconocer el valor que tiene este proceso, estar seguros, fortalecer los propios vínculos establecidos con el niño y mantener la confianza para que ellos puedan abrirse a otros. En este período de cambios, una vez consolidados los vínculos y generado apego seguro con los referentes educativos, los niños comienzan un ciclo muy gratificante: de descubrimiento, autonomía, recreación y formación que lo guiará en el correr de sus trayectorias humanas y educativas.